lunes, 18 de agosto de 2008

Agostado



Que poquito ha durado la alegría, coño...

Ea, la tipa que no debía volver nunca resulta que volvió. Qué emoción qué felicidad qué todo...

Ásí que a la calle. Bueno, la buena noticia es que, si no me toman el pelo, voy a cobrar medio mes -el que he trabajado, claro- pero voy a cotizar el mes entero. No está mal. No estaba en el seno de la Seguridad Social tanto tiempo seguido desde que volaban los pterodáctilos sobre nuestras cabezas.

Así que me concederé unas vacaciones en El Pueblo con Papimami... En las páginas de verano de El País sale todos los días la crónica de un supuesto adolescente -qué contestatario y qué ácrata y qué bien construye y qué bien redacta, oye. Así sí compensa ser un bicho en el insti!- que reniega cada día de las vacaciones en el pueblo con sus viejos. Odio a mis Viejos, intitulado. Óle. Arsa. Digo. Vámono... No se si es que desde mi mediocridad intelectual o mi domesticación judeocatólica nunca me he atrevido a confesarme, ni en voz baja ni en voz alta, semejante sentimiento hacia ambos -ahora, antes no- ancianitos. Sí sé que, al margen de los Mundos Paralelos Destinados A Jamás Nunca Encontrarse que habitamos la adorable pareja y yo, pasar tanto tiempo sin verles, atravesados por tres cuartos de siglo, a Mamá doliéndose de reúma y artritis, a Papá jadeando por cualquier esfuerzo... hace que uno quiera rebañar momentos con ellos a toda costa. Las horribles egoístas razones que puede haber debajo de ése deseo se agitan como fantasmitas: quieres estar con ellos pa no gastar. Quieres estar con ellos pa justificar un veraneo que no es veraneo sino paro. Quieres estar con ellos pa comer mejor. Quieres estar con ellos para pagar cuota de visita y luego desaparecer dos meses... Pero, cava que te cava en el pozo de inconfesables, la razón pricipal que me encuentro no se si es un tesoro dorado o una cañería de aguas negras... Quiero estar con ellos porque me quieren. Haga lo que haga. Aunque refunfuñen. Aunque reprochen. Aunque chantajeen emocionalmente. Es alucinante cómo intentan comprenderme, justificarme, protegerme... Me quieren infinitamente, caramba. Y se me están acabando.

Y, en correspondencia, yo estoy a su altura, claro: Haces NADA para agradarles y ellos lo agradecen como reloj de oro, como collar de perlas finas...

Releo lo de arriba y me pasa como con lo que escribí acerca de ser adulto. Empezaba defendiendo que quería ser honesto, veraz... y líneas abajo reclamaba la validez de "ciertas mentiras"... Ahora me veo queriendo acumular frascos del amor incondicional de mis padres como si fueran poco menos que generadores útiles para las cargas de la batería de mi móvil...

Mi Cómplice -al que, por cierto, no se cómo coño responder sus comentarios como yo desearía. Pero porqué soy tan cybertorpe, Señorrrr?!...- conmemoraba el otro día en unas letters de su blog el, me parece, primer aniversario del mismo. Iniciado, por lo que contaba, para mantener contacto y hacerle las debidas fiestas y cosquillas a una linda chica extranjera. Pero que ha devenido en otra cosa, menos voluntariosa y segurísimo que mejor que su idea oríginal. Qué curiosas mutaciones sufren nuestros primeros planes. Cómo nos muestran!... Yo comienzo éstas páginas intentando detener en ellas el anecdotario trivial de mi vida, tan rico como el de cualquiera, supongo, pero yo empeñado en ensalzarlo como si de La Odisea se tratara. Y míralo: retrato al óleo, de cuerpo entero, de alguien bastante contradictorio. Egoísta. Inmaduro...

Bah, igual me engañaba a mí mismo con el motivo fundacional. Igual no pretendía otra cosa que enseñar ésto mismo...

Añádase "exibicionista" al catálogo de lindezas.

1 comentario:

Gelín García dijo...

Gracias por la mención, querido amigo, el día que quieras, te enseño la ardua y titánica tarea de escribir un comentario en tus propios posts, tan fácil como comentarte a tí mismo... ;-)

En cuanto a lo demás, deberías empezar a informar a las convenientes amistades y contactos merecedores de tal honor de la existencia de tan variopinto escaparate de sensaciones y virtudes-defectos.

La vida de uno mismo se ve mejor con ojos ajenos...