viernes, 27 de febrero de 2009

Sí: el jacinto.


Finalmente, llegué a verlo crecer y florecer. Y eso aunque el móvil-maravilla amenazó con dejar de darme alegrías audiovisuales, porque la pantallá dejó de funcionar. Gracias, Dios mío, que ya la tenemos de nuevo entre nosotros en el mundo de los vivos! Así que en cuanto regresé a casita, de vuelta de mi selebréision de cumple en La Capital Del Imperio, con Papimami, y me encotré en la terraza ésta cosita preciosa... FOTO, claro!
No son azules-azules. Por azules compré los bulbos. pero al final el color que de verdad dan es así como malva... Bueno, aceptaremos Barco.
Sí: el 23 fueron 36. Empiezo a verme viejino en el espejo. Arruguitas y tal. Y, lo último: TENGO TIÑA! Creía usted que la A mayúscula de Octubre era lo más en sustos sobre salud? Oh, pues no deje entoces de probar a ir a consulta con una rojez en el antebrazo perfectamente circular y picante como un demonio masticando cayena. Ante la visión de la marca, mi médico no vacila ni un segundo: tiña. TIÑAAA!? dije yo, seguro para mi penita de que el señor de grades gafas no se equivocaba. Asomado como está a la jubilación, ha visto la erupción cutánea en alguna parte más que en los manuales de medicina. Vamos que la exclamación no era de incredulidad, sino de horror.
Aquí estoy: treina y seis años, ex-gordo, en paro, recién salido de una hepatitis A, alérgico al polen, marica acomplejado perdido porque no me sé llevar a la cama a los tíos que me gustan, frecuentador de cuartos oscuros, adicto al móvil y los teléfonos guarros, deudor de miles de € a amigos y hermanos... y tiñoso!...
Precioso el jacinto, cierto o no?

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