
Terminaba la anterior entrada haciendo pucheritos por ser un inmaduro... Dios mío, pero a la luz de algunas cosas que hago... coño, es que lo soy mucho muchísimo más de lo que yo pienso!
Cumplidos los 35, yo me miro al espejo y veo a un niño. No tengo ni una sola arruga en derredor de los ojos. Un poquito de bolsas bajo ellos. Nada que no pueda arreglarse aplicando en la zona unos toquecitos con un bastoncillo con Hemoal -la leyenda de las estrellas de Hollywood dice que así las combaten. Será cosa de probar- Los ojos miran un poco más de lejos que antes, pero todavía parecen inocentes. Igual el haber tardado tanto en desconfiar de casi todo hace que los ojos de todo el resto del mundo que tiene mi edad parezcan mucho más opacos, pero a mí mi velo, por tenue que sea, me molesta muchísimo. Detesto que crecer signifique irremediablemente volverse un cínico. De hecho es lo que siempre temí. Y una de las razones por las que nunca jamás he querido que los años me discurrieran también por dentro.
Luego: los dientes, bien alineados, conservan su blanco no destelleante "nobebonofumo". No tengo arrugas profundas ni en el entrecejo ni de la nariz a los lados de la boca... La renuncia al pelo largo y la desaparecida papada también trabajan a mi favor... un chavalín, vamos...
Pero no quiero que una cosa se contamine de otra. Me gusta no envejecer exteriormente. Me gusta que, a pesar de su brillo distinto, mis ojos aún miren más limpio. Incluso perdono el haber llegado tarde a muchas cosas que me encantaron una vez instalado allí como destino, si el precio es una mirada varios grados más diáfana que la del resto de los nacidos en el 73. Me gusta que el juego y la alegría tengan aún mejor prensa para mi vida y de cara a todas mis decisiones que sus contrarios... Pero eso no significa que yo no quiera crecer. Sencillamente, cómo yo veo que se ha desarrollado ése proceso para la inmensa mayoria de las personas que me rodean, y en lo que las ha convertido... éso es lo que yo no quiero.
Pero crecer y hacerme adulto... Dios, sí! Eso sí lo quiero!
Chico, pero... entonces? qué es CRECER para tí?
Soy totalmente consciente de que el párrafo que intentaré escribir a continuación trae vocación de señalarme con dedito acusador en cuanto tenga oportunidad. En cuanto logre sobrevivir en el cyberespacio unos diez o doce años, seguro que dará saltitos infantiloides ante mi lectura y, caso omiso a su perfecto acabado de letra de imprenta, tendrá el aspecto de redondilla descuidada que ha tenido siempre todo lo por mí escrito a mano. Ea: sea. En pleno uso de mis facultades mentales... jódete y lee, yo del futuro!
Yo querría ser adulto y valiente. Veraz y honesto.
Responsable. Que crecer me convirtiera en una persona responsable para sostener mis necesidades sin ayuda alguna, de modo que si llego a necesitar ésa ayuda, pueda aceptarla de forma humilde y sana, sin que se convierta en acusación y prueba de que soy un inútil. Adulto, valiente. Veraz y honesto. Que ayudara a los demás a desarroyar su vida adulta de igual modo. Y que la consecución con éxito de todo ésto no se tradujera en ser un esclavo del trabajo, ni del estatus, ni -por supuesto- del dinero...
Responsable de mis actos, buenos y malos. Que los buenos me confortaran y animaran. Que mis actos buenos no me envanecieran, que me dieran esperanza. Que me recordaran que sólo soy un humano entre sietemil millones, y que puede haber sietemil millones de seres que hacen algo, aunque sea algo, bueno. Y que los malos no me desesperaran. Que fueran acicate y mosca cojonera, pero no tortura. Y que no me pasasen desapercibidos, que los viera. Y que al verlos se estimulara mi paciencia, no un estéril sentimiento de culpa, para resolver lo que pueda. Y lo que de más trabajo, afrontarlo más despacio. Pero afrontarlo.
Quererme. No venerarme.
Valiente para encarar mis infinitos miedos e inseguridades, no para fingir ante mí y ante los demás que no los siento. Valiente para aceptar de igual modo lo cobarde que puedo llegar a ser. Y no odiarme y despreciarme por ello sino, a la vez, comprobar que algunos de ésos temores que me paralizan y frustran, si los encaro, si soy perseverante, si me doy una oportunidad y otra y otra y no desespero, los resuelvo.
Veraz y honesto, sobre todo conmigo mismo. Es una de mis mayores persecuciones en la vida: no autoengañarme. También, una de las razones de la existencia de éste blog. Por renuncia que parezca a un ideal más puro, lo cierto es que ése ser adulto en el que desearía convertirme excluye el autoengaño, pero no la mentira. Palabrota fea y desagradable. Como dinero. Al igual que con el dinero, mi yo adulto quiere ser alguien, no que renuncie a gastar, no que renuncie a mentir... sino que sea adulto y limpio para usarlo y administrarlo. Y la mentira, por feo que me salte a los ojos lo que estoy escribiendo, por mucho que tienda a escabullirse de nuestro control y dejarnos en mal lugar, y avergonzarnos y escupirnos... creo en la posibilidad de que algunas mentiras nazcan y sean sostenidas con un propósito bueno. Pequeñas mentiras. Y grandes también.
Pero el autoengaño... no, el autoengaño no. El autoengaño nunca.
Sabio. No pedante. Un sabio ayuda, y un pedante presume.
Generoso. No fanfarrón. No pordiosero de afecto. El generoso ayuda. El fanfarrón presume. El pordiosero de afecto es un tonto esclavizado y no sirve para nada.
Por norma entonces, servicial. Dispuesto a ayudar y compartir. Trantando de conseguir objetivos altos para mí, pero también para que beneficien a mi alrededor, no para que mi casa sea la más envidiada. Libre, adulto y seguro para evitar comportamientos de cualquier tipo "de cara a la galeria", pero que eso no se convirtiera en soberbia ni misantropía ni egoísmo. Sin olvidar a los demás, pero para ser útil, no para deslumbrar a toda costa.
Por norma como digo, entonces... crecer y madurar, pero hacerlo DE VERDAD. Que los valores de crecer y hacerse adulto no los pervierta y cambie lo que he visto que muchos entienden que significa crecer y hacerse adulto, y que para ellos es -a mi juicio- continuar siendo un niño egoista. Pero arrugado por fuera por los años. Y por dentro por el cinismo.
Pero bueno... A qué viene ésta perorata en domingo, en pleno verano?
Hará unas tres semanas, por la línea de contactos telefónica, coincidí e intercambié teléfono con un tipo de aquí, de La Luz. Y le dije que en un par de semanas vendría a su ciudad de vacaciones y que le llamaría. Le envié mensaje entonces nada mas llegar, recordándole quién era, proponiéndole que nos viéramos... Hasta el momento ha sido imposible... o me ha dado largas... no sé. Anoche le invité a comer conmigo aquí en casa, aprovechando que Opción y Ganadera se marchaban de picnic de antiguos alumnos. Menos mal que a ella le hice el comentario posterior en alto de cual era mi plan, y se lo dijo a mi niño anfitrión querido, porque... coño, soy un inmaduro de mierda y es que no me di ni cuenta de lo imprudente que estaba siendo! Me autoexcuso ante mí mismo contándome que mi realidad, en casa, con El Rubio o con El Nicaragüito de compañeros de piso, me lleva a dar por normales algunos comportamientos que... joder, no! No puedo ser tan inconsciente como para dejar que los engranajes se me pongan así ellos sólos a rodar sin darme cuenta! Iba a meter a un deconocido en una casa que me acoge con los brazos abiertos, pero que no es mía, sin decírselo al dueño!
Y lo que más me tortura es que La Mejor Opción, con lágrimas -literal- haya tenido que pasar el mal trago de pararme los pies. Que sea yo quien está cometiendo una imprudencia, y que sean sus ojos los que se humedecen por lo violento que le está resultando decirme que estoy en mi casa, que soy su familia, que por favor no le malinterprete, que todo lo suyo es mío... pero que, por favor... no le traiga a un desconocido a casa...
Y aquí queda escrito cómo ha comenzado éste domingo. Para que nunca nuunca nunca lo olvide. Y para que éso redunde en aprendizaje, no en tormento.
Oh, Dios... Sí!... cómo se consigue éso?